19 Febrero 2016.
Catamos en esta ocasión un vino solo que merece toda la concentración de que se disponga. Se trata de un Marqués de Murrieta Ygay 1977 Etiqueta Blanca, un vino de una añada muy difícil en Rioja, y en casi todas partes, y de los más humildes de la famosa marca. Vamos a tratar de descubrir lo contrario de lo uno suele buscar en un buen vino: cómo se hacían los vinos que no estaban pensados para envejecer en las peores añadas de Rioja, en la década de los 70, pues si en algo es campeona esta añada es en ser la peor. No obstante, la experiencia tiene su aquél.
La botella fue provista por Vino Vintage Santander, en perfecta conservación, tanto por fuera, como puede verse en las fotografías, como por dentro, por unos 50 EUR.
Catamos en esta ocasión un vino solo que merece toda la concentración de que se disponga. Se trata de un Marqués de Murrieta Ygay 1977 Etiqueta Blanca, un vino de una añada muy difícil en Rioja, y en casi todas partes, y de los más humildes de la famosa marca. Vamos a tratar de descubrir lo contrario de lo uno suele buscar en un buen vino: cómo se hacían los vinos que no estaban pensados para envejecer en las peores añadas de Rioja, en la década de los 70, pues si en algo es campeona esta añada es en ser la peor. No obstante, la experiencia tiene su aquél.
La botella fue provista por Vino Vintage Santander, en perfecta conservación, tanto por fuera, como puede verse en las fotografías, como por dentro, por unos 50 EUR.
El corcho estaba muy frágil, muy suelto dentro de la botella. En un primer momento se utilizó un sacacorchos de reserva de agujas, pero deslizaba hacia abajo, y en última instancia un Pullparrot de dos posiciones, que con mucha paciencia y delicadeza consiguió extraer el corcho en varios intentos, sin castigar el vino en absoluto. Digamos que, para lo que estaba pensado ese tapón, su trabajo en estos 39 años ha sido encomiable.
1. Marqués de Murrieta Ygay 1977 Etiqueta Blanca.
Coupage de Tempranillo 50%, Garnacha 40% y Mazuelo 10%.
Crianza: 2 años en barrica usadas de roble americano.
Puntuación media (2): 3,5.
Elegante a simple vista, de capa media baja, con ribete muy claro y tonos de teja vieja, pero limpio, brillante y vivo, y con una lágrima carnosa y abundante. Hermoso anciano, lejos de estar caduco se muestra retador, como diciendo "no tengo prisa y no me dais ningún miedo".
Perfuma con solo abrir la botella, y es muy aromático a copa parada incluso desde lejos. Metiendo la nariz, aparece un aroma dulce y tostado, licoroso, muy evolucionado, con las huellas propias de los riojanos de los 70, almizclado, complejo, profundo y suave a la vez, penetrante pero también delicado, como un dosel que viene y va con la brisa.
Con la oxigenación aparecen matices de tierra y descubre su vejez, como si se asustase, como si quisiera esconderse para recuperar el equilibrio en que se hallaba, ahora ya imposible.
En boca ataca liviano y volátil. Destaca una acidez asombrosa, de pomelos y naranjas envueltas en licor que exprimen las glándulas salivales, con un fondo tánico dulzón y añejo y un recuerdo de barrica vieja empapada. Es muy ligero, fresco casi, con poco volumen, pero de final muy largo. Un placer que se disfruta longitudinalmente en el sorbo, con una sensación final grasa. Es encomiable su redondez, ni una tímida arista, su enorme finura.
A las dos horas empieza a aparecer algo de fruta, al menos de fruto seco con piel, algo de maderas finas, que se evade fugazmente por momentos. En boca arrastra un tanino más potente, recuerdos de guindas al marrasquino. Se muestra ligero y con una pegada muy tímida que se esconde a la primera oportunidad.
A las tres horas enseña notas efímeras de verduras deshidratadas y encurtidos, que temerosas se despiden para siempre envueltas en un suspiro.
No deja de sorprender el talento con el que se elaboraba el vino sencillo hace 40 años, la perfección con que se preparaba, sin demasiado esfuerzo, un caldo en las peores condiciones climatológicas, capaz de aguantar todo este tiempo y estar mejor que la media de los vinos que se embotellan hoy. No es fácil encontrar una botella de vino español del 77, ni siquiera en malas condiciones, y este capricho de Murrieta merece toda mi admiración.
Un vino para meditarlo y pensarlo sin prisas y cuidadosamente, maridado con una bocanada de aire tibio y nada más.
Criterio de puntuación:
5: Excepcional, complejo, único, emblemático.
4: Excelente, genuino, satisfactorio, ejemplar.
3: Bueno, recomendable, equilibrado, destacable.
2: Correcto, común.
1: Insuficiente, no recomendable.
Entre paréntesis el número de puntuaciones.
Crianza: 2 años en barrica usadas de roble americano.
Puntuación media (2): 3,5.
Elegante a simple vista, de capa media baja, con ribete muy claro y tonos de teja vieja, pero limpio, brillante y vivo, y con una lágrima carnosa y abundante. Hermoso anciano, lejos de estar caduco se muestra retador, como diciendo "no tengo prisa y no me dais ningún miedo".
Perfuma con solo abrir la botella, y es muy aromático a copa parada incluso desde lejos. Metiendo la nariz, aparece un aroma dulce y tostado, licoroso, muy evolucionado, con las huellas propias de los riojanos de los 70, almizclado, complejo, profundo y suave a la vez, penetrante pero también delicado, como un dosel que viene y va con la brisa.
Con la oxigenación aparecen matices de tierra y descubre su vejez, como si se asustase, como si quisiera esconderse para recuperar el equilibrio en que se hallaba, ahora ya imposible.
En boca ataca liviano y volátil. Destaca una acidez asombrosa, de pomelos y naranjas envueltas en licor que exprimen las glándulas salivales, con un fondo tánico dulzón y añejo y un recuerdo de barrica vieja empapada. Es muy ligero, fresco casi, con poco volumen, pero de final muy largo. Un placer que se disfruta longitudinalmente en el sorbo, con una sensación final grasa. Es encomiable su redondez, ni una tímida arista, su enorme finura.
A las dos horas empieza a aparecer algo de fruta, al menos de fruto seco con piel, algo de maderas finas, que se evade fugazmente por momentos. En boca arrastra un tanino más potente, recuerdos de guindas al marrasquino. Se muestra ligero y con una pegada muy tímida que se esconde a la primera oportunidad.
A las tres horas enseña notas efímeras de verduras deshidratadas y encurtidos, que temerosas se despiden para siempre envueltas en un suspiro.
No deja de sorprender el talento con el que se elaboraba el vino sencillo hace 40 años, la perfección con que se preparaba, sin demasiado esfuerzo, un caldo en las peores condiciones climatológicas, capaz de aguantar todo este tiempo y estar mejor que la media de los vinos que se embotellan hoy. No es fácil encontrar una botella de vino español del 77, ni siquiera en malas condiciones, y este capricho de Murrieta merece toda mi admiración.
Un vino para meditarlo y pensarlo sin prisas y cuidadosamente, maridado con una bocanada de aire tibio y nada más.
Criterio de puntuación:
5: Excepcional, complejo, único, emblemático.
4: Excelente, genuino, satisfactorio, ejemplar.
3: Bueno, recomendable, equilibrado, destacable.
2: Correcto, común.
1: Insuficiente, no recomendable.
Entre paréntesis el número de puntuaciones.
No hay comentarios :
Publicar un comentario